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El Silencio de la Justicia: La Muerte de un Agente del OIJ y la Inacción del Poder Judicial en Costa Rica

Por Joseph Rivera Cheves (Editorial)

El Silencio de la Justicia: La Muerte de un Agente del OIJ y la Inacción del Poder Judicial en Costa Rica

La sangre de un agente del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ha sido derramada en Guápiles, y con ella, una sombra oscura se cierne sobre el sistema judicial costarricense. No es la primera vez que la violencia golpea a quienes, con honor y sacrificio, se enfrentan al crimen organizado, pero lo que resulta aún más indignante es la indiferencia de quienes deberían velar por la seguridad de estos servidores públicos: la Corte Suprema de Justicia y sus magistrados.

 

Mientras una familia llora la pérdida de un ser querido, mientras sus compañeros sienten el peso de una ausencia irreparable, el Poder Judicial permanece en una parálisis inexplicable. No hay pronunciamientos firmes, no hay reformas urgentes, no hay acciones concretas. Solo silencio. Un silencio que duele, que indigna, que demuestra que la vida de quienes arriesgan todo por la seguridad del país no parece ser prioridad para las más altas esferas del poder.

 

Un Estado que abandona a sus protectores

 

El asesinato de un agente judicial no es solo un crimen más; es un ataque directo a la institucionalidad del país. Representa el avance implacable del crimen organizado y la impunidad con la que estos grupos operan, amparados en un sistema judicial lento, burocrático y temeroso de tomar medidas drásticas. La pregunta es clara: ¿qué están haciendo los magistrados para enfrentar esta crisis?

 

Costa Rica ya no es la isla de paz que solía ser. Los asesinatos por encargo, la infiltración del narcotráfico en las estructuras estatales y la corrupción han convertido al país en un campo de batalla donde las fuerzas del orden parecen estar en desventaja. Y mientras el crimen se fortalece, nuestros jueces y magistrados debaten reformas con una lentitud desesperante, como si no entendieran la urgencia del momento.

 

El costo de la inacción

 

Cada vez que un agente del OIJ cae en cumplimiento del deber, no solo se pierde una vida valiosa, sino que se envía un mensaje claro a los criminales: pueden actuar con impunidad. La falta de protección a los funcionarios judiciales, la ausencia de estrategias contundentes para enfrentar el crimen organizado y la pasividad de la Corte Plena generan un caldo de cultivo perfecto para que la violencia siga escalando.

 

Los magistrados, en su burbuja de privilegios y discusiones abstractas, parecen olvidar que cada decisión (o falta de ella) tiene consecuencias en la vida real. No se trata solo de estadísticas o procedimientos administrativos; se trata de seres humanos que dejan familias destrozadas, hijos huérfanos y una sociedad que cada día pierde más la confianza en su sistema de justicia.

 

Un llamado a despertar

 

Costa Rica necesita líderes judiciales que entiendan la magnitud del problema y actúen en consecuencia. Necesitamos reformas inmediatas en materia de protección para los agentes judiciales, protocolos más eficaces contra el crimen organizado y una justicia que no solo reaccione ante las tragedias, sino que las prevenga.

 

Los magistrados de la Corte Plena tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia, pero hasta ahora, han demostrado una alarmante falta de compromiso con la seguridad nacional. La pregunta es: ¿seguirán ignorando el clamor de un país que se desangra, o finalmente asumirán la responsabilidad que su cargo exige?

 

La vida de nuestros agentes judiciales no puede seguir siendo moneda de cambio en un sistema ineficiente. Es hora de que el Poder Judicial despierte, antes de que sea demasiado tarde.

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